Aida Vila

La publicidad es como la salsa boloñesa, si sale buena se obtienen resultados inmediatos, es decir, el elogio por parte de todos tus comensales. Si la salsa te ha quedado muy líquida o se ha quemado, es que el error está generalmente en la base, la experiencia culinaria.

Claro que se puede comprar una salsa hecha de cualquier supermercado que esté cerca de tu casa, pero  es mucho más interesante y a la vez gratificante prepararla tú mismo. Lo mismo pasa con los estudiantes de publicidad, somos los chefs inexpertos que poseemos una gran cantidad de ingredientes pero que no tenemos ni idea de cómo utilizarlos. Los ingredientes a los que me refiero son nuestras habilidades y conocimientos, que esperan ansiosos a poder salir de nuestro caparazón y mostrarse al mundo tal y como son. Pero para llegar a ello, necesitamos un voto de confianza, alguien que nos ayude a conseguir aquello que nos proponemos, todo lo que queremos llegar a ser.

La experiencia se hace con el tiempo y el esfuerzo, pero las oportunidades ya no llueven del cielo y puedes considerarte afortunado si te contratan como becario para cualquier agencia. Yo quiero ser una de esos afortunados. Nada me gustaría más que poder sentarme en una  mesa y escribir todas aquellas ideas que se me pasen por la cabeza, darles forma y acabar con una gran campaña que haga feliz al cliente. También puedo hacer fotocopias o incluso comprar cafés, y me serviría de mucho ya que me sumergiría en el ambiente que se respira dentro de una agencia de publicidad.

Pero volviendo a la analogía entre la salsa boloñesa y mi inexperiencia como estudiante de publicidad, debo destacar que sin ilusión y ganas ni la salsa ni mis cualidades podrían prosperar más allá de un “está bueno”, o un “no está mal”. Por eso lo único que puedo prometer es que nadie me va a quitar la ilusión de hacer todo aquello con lo que pueda aprender algo nuevo o incluso mejorar.

Todos los ingredientes que me definen los podréis encontrar aquí, pero son solo eso, ingredientes sin madurar, lo mejor de todo es que pueden llegar a ser la mejor salsa de todas, aunque para eso se necesita creer en ello y, por supuesto, un voto de confianza.