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Las alas caídas de Red Bull

 

Una noticia salió ayer en la prensa; Red Bull no te da alas. Cuando pensamos en la marca, automáticamente pensamos en ese eslogan: “Red Bull te da alas”, incluso usamos la misma entonación del anuncio. Pues éste, ha llevado a la empresa a pagar una multa de más de 13 millones de dólares por contener información engañosa de su producto. Pero no solo pagará la multa, sino que también deberá de abonar diez euros a los consumidores de esta marca. Encuentro que la suma de 13 millones de euros ya es de por sí muy elevada, pero lo gracioso será demostrar quien ha comprado una lata de Red Bull. Lo normal es ir al supermercado y una vez hecha la compra, tirar el ticket. Seguro que hay alguien que tenga la cartera a reventar de tickets de Red Bull y pueda demostrar que se ha visto perjudicado por ese falso beneficio que la empresa tanto ha explotado, pero dudo que eso pueda ser un gasto extra al que ya le supone la multa.

 

Otra cuestión, y la que me crea más confusión, es si alguien realmente pensaba que por beber un Red Bull le nacerían unas alas de las espalda y podría volar hasta las nubes , y quien sabe, crear un colapso aéreo entre pájaros, aviones y demás. Quizás es que la sociedad americana es demasiado crédula, pero existen las metáforas, y el eslogan de Red Bull utiliza una metáfora. Puede ser que también pensemos que por usar Herbal Essences nos convertiremos en un león o tendremos una cabellera similar, pero más lejos de la realidad, algunos se quedarán calvos y otros tendrán una gran mata de pelo, pero esto más bien será debido a la genética de cada uno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Encontramos muchos más ejemplos en publicidad que quizás también lleven a cierta confusión, pero creo que ninguno de ellos ha sido demandado por dichas acusaciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo no es que me considere una fan incondicional de la marca, es más, nunca me ha gustado beber bebidas energéticas como Red Bull, pero creo que se ha hecho “un gra massa” de un eslógan que existe des de que tengo memória.  

 

 

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